¿Alguna vez has sentido que, por muy bien que prepares un discurso, algo se pierde en la traducción al público? Como si las palabras volaran… pero no aterrizaran.
La oratoria tradicional nos enseñó a hablar bien. La neurooratoria, en cambio, nos reta a conectar mejor. No solo con las palabras, sino con el cerebro, y las emociones, de quienes nos escuchan.
El cerebro no viene solo; trae prejuicios, emociones y filtros
Un auditorio nunca es una página en blanco. Cada persona llega con su propia historia, su estado de ánimo, su sesgo de confirmación y su nivel de dopamina en ese momento. Eso también forma parte de tu audiencia.
Aquí entra en juego la neurooratoria: un enfoque que combina principios de la neurociencia con técnicas de comunicación para hacer que el mensaje no solo se entienda, sino que se recuerde y se sienta. O como diría un neurodivulgador con chispa: no basta con que te oigan, tienen que “neurorregistrarte”.
Hablarle al cerebro… en su idioma
La buena noticia es que el cerebro tiene debilidades predecibles. Y usarlas no es manipular, es comunicar con conciencia.
Algunas claves que propone la neurooratoria:
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Cuenta historias. Literalmente. El cerebro ama las narrativas porque activa múltiples regiones a la vez: la corteza prefrontal, el hipocampo, el sistema límbico… Vamos, un festival neurosensorial.
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Cuida la voz. Cambios de ritmo, pausas estratégicas y variaciones tonales ayudan a mantener la atención y activar circuitos de recompensa.
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Apóyate en lo visual… pero no abuses. Las imágenes ayudan a la codificación de la información, pero si distraen más que refuerzan, el hipocampo te lo hará pagar (con olvido).
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Repite sin aburrir. El cerebro ama la repetición… siempre que no la detecte. Cambiar la forma pero mantener el fondo refuerza la memoria a largo plazo.
¿Y qué tiene que ver esto con el método ADN?
Mucho.
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Actuación: Tu cuerpo también comunica. La neurooratoria se apoya en la expresión no verbal para potenciar el mensaje. Tus gestos, tu mirada y tu presencia física activan los “neuronales” atajos de confianza.
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Diseño: El soporte visual debe hablar al mismo nivel que tú. Ni deslumbrar ni distraer. Un PowerPoint que se cree protagonista rompe la magia del foco neuronal.
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Narrativa: Aquí la neurooratoria y la narrativa profesional se dan la mano. Porque lo que más recuerda el cerebro no son las ideas sueltas… sino los relatos bien estructurados.
El arte de hablar para que te recuerden
La próxima vez que prepares una presentación, pregúntate: ¿Estoy diseñando un discurso… o una experiencia cerebral?
Porque en el fondo, la neurooratoria no es solo una técnica. Es una forma de respeto. A la atención del otro. A su capacidad de emocionarse. A su derecho a no aburrirse.
Y también, por qué no, a que tú mismo disfrutes del escenario… sabiendo que no estás hablando solo al oído, sino también a la mente, y al corazón, del que escucha.

Miguel Ángel Guisado
Ingeniero. Formador en comunicación.
Te ayudo en tus presentaciones de asuntos científicos, tecnológicos y de empresa. Autor de #presentoluegoexisto @editorialplaneta #nosoycoach
