“¿Y esto exactamente… para qué sirve?”
La pregunta flotó en la sala de reuniones como una pelota de ping pong sin dueño.
Era jueves, reunión de resultados. El responsable de innovación presentaba un nuevo proyecto estratégico.
La presentación tenía cifras, tenía lógica, incluso tenía diseño.
Pero no tenía algo fundamental: alma.
En menos de treinta segundos, había perdido la atención del CEO.
Y con ella, la oportunidad.

Lo que no se dice en 60 segundos, no se compra en 6 meses

Ese momento incómodo, donde la energía de una propuesta se desinfla como un globo mal anudado, es más común de lo que parece.
¿El problema? No siempre es el contenido. A menudo, es la narrativa.

Aquí entra en juego un viejo conocido de cualquier entorno profesional: el elevator pitch.
Una herramienta tan simple como exigente: explicar el valor de lo que haces, o de lo que propones, en el tiempo que dura un trayecto en ascensor. O una mirada atenta. O una reunión que empieza con prisas.

Pero antes de seguir, una pregunta para ti:
¿Tienes claro cómo resumir tu propuesta profesional en menos de un minuto sin sonar como un folleto?

Más que una frase: una escena

Un buen elevator pitch no es solo una frase ingeniosa.
Es una pequeña escena que contiene tres elementos clave:

  • Un conflicto reconocible: algo que el interlocutor haya vivido o comprenda al instante.
  • Una solución concreta: tu aportación, clara y sin rodeos.
  • Un beneficio visible: una mejora que se pueda imaginar en su contexto.

Lo interesante aquí no es “vender” nada. Es lograr que la otra persona diga mentalmente:
“Esto me interesa”, o mejor aún, “Esto me suena útil para mi equipo”.

La estructura recuerda mucho a una actuación breve: hay que entrar en escena, captar la atención, y salir dejando huella.
Y si aplicamos la metodología ADN, entendemos por qué funciona:

  • Actuación: no se trata de actuar, pero sí de transmitir con la voz, la mirada y la postura una idea segura. La presencia cuenta tanto como el contenido.
  • Diseño: menos es más. El diseño verbal, como el visual, debe simplificar sin empobrecer.
  • Narrativa: es storytelling en formato exprés. Con inicio, nudo y desenlace.

Lo que un elevator pitch dice de ti (y lo que no debería decir)

Un elevator pitch bien construido transmite profesionalidad, foco y capacidad de síntesis.
Uno improvisado suele generar el efecto contrario: dispersión, duda, o peor aún… olvido.

No importa si estás delante de un comité, un potencial cliente o tu propio equipo.
El pitch no se prepara solo para “vender fuera”. También es útil para alinear dentro.

Porque, seamos sinceros, ¿cuántos proyectos internos se quedan en el cajón porque nadie supo defenderlos bien en el momento justo?

Un minuto bien dicho puede abrir un año de oportunidades

A veces, lo que marca la diferencia entre una idea que avanza y una que se evapora no es el presupuesto, ni la calidad técnica, ni el PowerPoint.
Es cómo la cuentas la primera vez.

Si eres líder de equipo, directivo o responsable de proyectos, no subestimes el poder de un buen pitch.
Ensayarlo no es un acto de vanidad, sino de responsabilidad.
Porque detrás de cada idea que quieres llevar a la acción… hay un primer minuto decisivo.

¿Y tú? ¿Tienes ya tu elevator pitch o sigues buscando las palabras mientras el ascensor llega al último piso?

Miguel Ángel Guisado

Miguel Ángel Guisado

Ingeniero. Formador en comunicación.

Te ayudo en tus presentaciones de asuntos científicos, tecnológicos y de empresa. Autor de #presentoluegoexisto @editorialplaneta #nosoycoach