Moverse en el escenario (y 2)

Uno de los aspectos más ignorados pero cruciales de una presentación exitosa es cómo moverse en el escenario. Muchos piensan en «movimiento» como un constante ir y venir, pero es preferible considerarlo como un «cambio de ubicación». Cuando te mueves, cada cambio debe tener un propósito: destacar un punto clave, cambiar la dinámica o simplemente reconectar con diferentes secciones de tu audiencia.

Es fundamental mantener el contacto visual y la postura erguida, pero relajada. Los bamboleos, los bailes “extraños” o las posturas incómodas pueden distraer y restar credibilidad a tu discurso. Imagina que el escenario es tu territorio profesional; moverse con decisión refleja confianza y crea un flujo narrativo, que captura y mantiene la atención de tu público.

Sin embargo, estar demasiado estático puede resultar igual de perjudicial. Un buen orador sabe cuándo quedarse quieto para resaltar momentos críticos, para enfatizar o para concentrar la atención del público en un aspecto relevante del discurso… y sabrá cuándo cambiar de lugar para aportar energía y enfoque y provocar el seguimiento de la atención de la audiencia.

Además, hay que tener en cuenta el espacio y la configuración del escenario. Si hay un pódium, una pantalla o incluso elementos de utilería, utilízalos a tu favor. Por ejemplo, acercarse al pódium puede dar la impresión de un momento más serio o introspectivo, mientras que alejarse y moverse libremente puede proyectar accesibilidad y dinamismo. La clave está en usar el entorno como un
recurso visual adicional para reforzar tu mensaje y no como una barrera que te separe de tu audiencia.

Así que, la próxima vez que subas al escenario, recuerda: tu movimiento es un complemento coherente de tus palabras y debe contribuir a transmitir tu mensaje de forma clara y efectiva. Con el uso estratégico del espacio y la conciencia corporal, tu presentación será no solo informativa, sino también visualmente cautivadora.