Hace unos días asistí, sin muchas expectativas, a una jornada sobre finanzas, inversión, mercados bursátiles…y todos esos temas que a los no financieros nos producen siempre un cierto repelús.

         Repelús (según la R.A.E.): m. Temor indefinido o repugnancia que inspira algo.

Pero esa jornada me ofreció una sorpresa y una confirmación. Vayamos por partes:

Uno. – La última charla de esa mañana se titulaba “Invertir en bolsa, al alcance de todos”. Primera impresión causada por el título: Uff. No aprendemos. Seguimos poniendo esos solemnes nombretes decimonónicos, en lugar de usar formatos más sugerentes o cautivadores, para lo que puede usarse, bien una frase sencilla tipo sujeto-verbo-predicado, bien una interrogación retórica que es, en realidad, una aseveración. En nuestro caso, por ejemplo, sería: “Invertir en bolsa está al alcance de todos” o “Por qué invertir en bolsa está al alcance de todos”.

Superado el trance del título, se plantó en el escenario un tal Fernando Ibáñez, que ya con su vestimenta y su actitud corporal y facial -y un arranque autosaboteado por causas técnicas de las que supo salir con humor- predispusieron al público a una buena aceptación. Y no defraudó. Fernando nos explicó sin terminología técnica, con humor, con soltura y con entusiasmo, los rudimentos de la bolsa, desmitificándola e ilustrando con sus experiencias lo que de verdad es la bolsa (lo expreso mejor: lo que de verdad es para él la bolsa). Retó a la audiencia con preguntas… que premiaba lanzando camisetas a los que atinaban con sus respuestas. Me reí y aprendí. Así que aquí lo tenéis: @fernandoibanezf. Gracias, Fernando.

Esa fue la sorpresa.

Dos. – Otra de las ponencias fue impartida por el representante de una plataforma de inversión de startups. Fue una exposición correcta. No brillante, pero correcta. Nos guio por los vericuetos de inversión de los business angels, de los que invierten en prometedores proyectos incipientes (o no tanto), de los que apuestan para que los emprendedores materialicen o crezcan con sus iniciativas.

En el turno de preguntas, deformado por mi profesión, le pregunté:

– “Cuando unos inversores asisten al habitual formato de presentaciones cortas (de 5 a 7 minutos) de startups…¿qué influye para que se fijen en este o aquel proyecto en tan breve tiempo?”

El ponente pensó tan solo unos segundos, mirando a algún lugar indeterminado de la sala. Luego me miró y respondió:

– “En la persona”

 Esa fue la confirmación.

 Aprende a presentar. Tú eres la parte principal y más importante de tu proyecto.